Lectura Capítulo 1 "Sho-shan y la dama oscura

Carta/Reseña a propósito de "La mujer que buceó dentro del corazón del mundo", otra novela con una heroína aspie


Estimada Sabina Berman:

Me permito tutearte, no porque necesite hacerte descender a mi nivel de reportera como suele suceder entre los de mi gremio, no. Te tuteo como lectora ante un autor con quien se ha compartido una experiencia trascendente…sin importar me recuerdes apenas –si es que me recuerdas- como una de tantas periodistas que te ha entrevistado. Tuteo a Murakami, a Flaubert y a Shakespeare. Tuteo ahora a Sabina Berman.

Leer La mujer que buceó dentro del corazón del mundo (Planeta, 2011) ha sido trascendente, no solo en términos literarios, pues adelanto que se trata de una de las mejores novelas que he leído en mi vida….y, ¡mucho ojo!, estoy siendo políticamente incorrecta por no agregar “una de las mejores novelas mexicanas que he leído en mi vida”, lo cual implica que la estoy colocando en otro nivel: La mujer que buceó dentro del corazón del mundo nada tiene que pedirle a esas novelas de autores europeos o asiáticos que nos hacen babear de ansiedad porque el dinero no alcanza para acceder a ellos: a eso precisamente me refiero…y me disculpo por última vez si a algún lector esto le resulta exagerado u ofensivo…peor aún: un afán mío por “quedar bien” con una autora influyente que “sale en televisión”. Francamente me importa un berro lo que piensen….y es por contagio de tu protagonista, Karen Nieto, ante las opiniones de esos extraños seres que ella denomina “standard”.

Sabina, a partir de esta línea me referiré directamente a ti: como escritora y devoradora de libros que eres, me darás la razón respecto a que muchas veces nos encontramos en los personajes de los libros, sin importar en qué época hayan sido escritos. Recuerdo la primera vez que leí Ana Karenina y me topé con Levin, por ejemplo. Me dije: “en mi otra vida fui hombre, y fui ése que inspiró Tolstoi para crear a Levin”. Solo hay una circunstancia más fascinante que reconocerse uno mismo en un personaje: reconocer a tu propio hijo…y Karen es, sin lugar a dudas, mi hija.

Resulta fascinante que sin ser amigas, sin conocernos, excepto superficialmente, Lulú, mi hija, haya aterrizado en tu cabeza con la forma de Karen y su cabeza rapada. Naturalmente, existen diferencias entre tu Karen y mi Lulú, empezando porque Karen empieza a escribir su libro –es decir, tu novela- a los 42 años, y Lulú tiene solo 9 años, y solo escribe palabras que ella inventa y solo yo comprendo. Estoy convencida, sin embargo, de que Karen es una versión futurista de mi hija…de que la has soñado y reacomodado ese sueño según una muy personal interpretación. Lulú no vive en el mar…no es sobrina de una magnate de las atuneras, y es probable que nunca vea un atún vivo, pero –y he ahí otro detalle maravilloso- solo come atún. Quiero decir: se le tiene que forzar a comer carne, pollo y todos los nutrientes que requieren los niños para crecer…pero el atún lo devora con genuino placer, y sin necesidad de engañarla con verduritas y esas cosas.

Pero vayamos al grano, Sabina, porque finalmente no se trata solo de una carta, también de una reseña: la situación que planteas se sale por completo de lo standard –la palabra favorita de Karen, mejor dicho, la palabra con la que se construye un cerco con respecto para protegerse de la gente que, con respecto a ella, es en verdad autista- ; una mujer rica, hermosa y elegante, Isabelle, recibe como herencia una atunera en Mazatlán. El simple hecho de contemplar cómo las obreras desbrozan las entrañas de los atunes le produce un incontenible deseo de vomitar…y todavía no descubre que esa indeseable herencia incluye otra que finalmente la anclará a un negocio que no desea, ni entiende, ni aprueba: una niñita desgreñada que se le aparece de repente, sobre la que nadie le había hablado con anterioridad porque bien podría ser un fantasma: una niñita que no era de este mundo, una niñita autista que a tan corta edad ha padecido una serie de maltratos físicos por el simple hecho de no ser una niña “normal”(entrecomillo porque la convivencia con una niña “autista de alto rendimiento” a quienes hoy se les denomina “Asperger”, me ha enseñado que los anormales somos aquellos que no aceptamos a quienes son distintos a nosotros, y no por ello menos humanos).

Pese al brutal trato recibido por quien parece haber sido su madre –la hermana de Isabelle, propietaria anterior de la atunera- la pequeña Karen, que ni siquiera tuvo derecho a un nombre antes de ser descubierta por Isabelle (la nombraban “la cosa”, cosa que me erizó la piel: la gente tiende a ver a estos niños como animales y, sí, como “cosas” que hay que mantener sedadas para que no existan aunque respiren), e Isabelle, que hasta ese momento parece una señorita frívola, encuentra en la inesperada aparición de esa sobrina un reto apasionante. Algunas madres de niños autistas optamos por asumirlo como un reto y no como una desgracia. Algunas “mamás aspies” nos creamos auténticas corazas contra la compasión: no solo no la necesitamos. Tampoco la merecemos. Isabelle, sin ser madre biológica de Karen, la toma como parte del reto que representa sacar adelante un negocio que también es un galimatías para ella, y en una época en que el autismo era un misterio más insondable de lo que es hoy –lo cual es mucho decir- se las ingenió para hacer de Karen un ser autónomo, para lo cual empezó por enseñarle a hablar a una edad en que eso no representa problema en las personas “standard”. Sin intervención de psiquiatras, profesores o terapeutas que muchas veces entorpecen el desarrollo de estos niños más que contribuir al mismo, y gracias a métodos tan rústicos como ingeniosos (que pretendo copiar, Sabina, de una vez te lo digo: también yo voy a enchufar a Lulú y le voy a pegar papelitos de colores), Karen empieza a desenvolverse con cierta soltura en el mundo…pero sin pertenecer a él: a Dios gracias. Y por momentos esto pareciera más producto de la rebeldía que del, llamémosle, “desajuste” en la conexión interneuronal”. Porque Karen es absolutamente consciente de su diferencia y en vez de esforzarse por disimularla –es decir, dejar de ser ella misma- la defiende como un derecho personal. Los “autistas” son los otros, no ella. A ella no le importa que el profesor Huntington sea un hijo de puta, hasta que le roba su plano. Karen prefiere el dolor a la infelicidad, porque Karen se valora con su inteligencia emocional de niña de segundo de primaria y su genialidad muy por encima del promedio sobre asuntos muy específicos como la capacidad de memorizar datos, los números y el dibujo, actividad en la que es más que una simple artista. Y una de las cosas que Karen me ha enseñado, Sabina, es que prefiero que mi hija se sienta orgullosa de sí misma, antes que esforzarse por ser admitida por un mundo al que sencillamente no pertenece: ella es su propio mundo. Karen es ella misma, y eso hace de ella un ser privilegiado, jamás desgraciado. Se enamora de Ricardo y ni siquiera se percata de ello, por consiguiente no sufre: sabemos que lo ama porque no le interesa abrir un sobre que pudiera ser una bomba con la esperanza de que sea una de las hojas de menta que él suele compartir con ella. Karen ni siquiera se ocupa en buscar en el diccionario la palabra “amor”, bendita sea. Asiste a la Universidad, oportunidad de la que no gozan muchos “autistas de alto rendimiento” –Michael Phelps es una de esas maravillosas excepciones- y ahí descubre a Descartes con quien sostiene una lucha ideológica a muerte pues para ella resulta improcedente el famoso “Pienso, luego existo”, porque en su caso tuvo que existir para después pensar -¿será esa, me pregunto, la clave de la “rareza” de los autistas?-y como ser atípico que es, su estancia en la universidad le sirve no para fortalecer una supuesta vocación, sino para cuestionarla…y finalmente decidir que los atunes merecen más un paraíso que ser matados y comidos.

Después de leer La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, Sabina, aprendí una importante lección que no me han dejado los cientos de libros científicos que he leído sobre el síndrome de mi hija, ni los “especialistas” que la han atendido y nunca tienen nada absolutamente tranquilizador que decirme: que Lulú Martinez, como Karen Nieto, tiene derecho –más derecho, incluso, que los llamados “neurotípicos”, aunque siempre he dudado la existencia de semejante cosa: todos, a nuestra manera, somos raros, extravagantes, diferentes- a crearse un mundo propio y habitarlo sin deberle nada a nadie. Entre sus “capacidades diferentes”, Karen posee el don de contruírse un paraíso personal con sus propias manos y ser feliz porque le da la gana, y sin pedir permiso. Karen es feliz oculta en su traje de buzo, desde donde contempla el mundo en todas sus posibilidades, olores y sensaciones. Mi hija puede introducirse debajo de la mesa y empezar a hilvanar, hilo y aguja en mano, el imperio del que será reina y señora y en el cual solo tendrán cabida quienes sean capaces de comprender que nadie tiene la obligación de ser igual a los demás, y que no existen pruebas fehacientes de que hay que pensar antes de existir. Es probable que, como Karen, el ser humano adquiera su condición como tal con las sensaciones y no con las reflexiones.

Gracias por tan importante lección, Sabina…Un millón de gracias por hacerme llorar y luego inyectarme la fuerza que necesitaba para seguir adelante… y sobretodo: Gracias por entregarnos una novela donde, a decir de Jorge Volpi, alguien con mucha mayor autoridad que yo, que, como mi hija, no soy –o no quiero ser- “neurotípica” ni “standard”, has creado “uno de los personajes más originales, entrañables y luminosos de la literatura de nuestro tiempo.”

A Einstein y a Burton tampoco los quisieron sus mamás...pero nosotros los amamos


La historia que a continuación narraré, es absolutamente verídica. Modificaré sin embargo el nombre y la profesión del muchacho en cuestión para evitarle problemas con su familia, que no es una familia digna de tener con ellos a uno de estos seres excepcionales. El motivo por el cual decidí reproducir su historia, es para que los lectores se percaten de los niveles de incomprensión y marginación que padecen los niños, jóvenes y adultos que tienen Sindrome de Asperger, como la pequeña heroína de Sho-shan y la dama oscura.

Antonio tiene una carrera técnica que le permite ganarse la vida -o, mejor dicho, contribuir al gasto familiar, porque vive con su madre y sus hermanos-. Tiene 17 años, edad en la que usualmente los jóvenes cursan la preparatoria o han iniciado estudios universitarios, pero su familia, que se considera su dueña y toma decisiones por él por considerarlo "discapacitado", lo han obligado a "hacer algo útil", algo que, por cierto, nada tiene que ver con lo que realmente le gusta al chico: escribir. Lleva incluso un blog-diario donde narra todas las viscicitudes de un joven con Síndrome de Asperger y es un blog deslumbrante, no solo por la deliciosa prosa de su autor, sino por cuánto informa respecto a su propio síndrome (ni el mejor psiquiatra del mundo conoce mejor el Síndrome de Asperger que los propios aspies).

Antonio, sin embargo, es afortunado. Aunque no considera tener vocación para lo que hace, ha aprendido a dominar los gajes de ese oficio mejor que cualquier profesionista. Alude al instrumental y a las terminologías de su entorno laboral no como lo haría un aprendiz o un "lleva-y-trae", sino como todo un graduado en la materia. Según sus propias palabras: "Me he ganado la confianza de tres jefes, que se dan cuenta de mi capacidad pero también de mi "dificultad" para comprender algunas cosas en doble sentido.

Hace cosa de dos semanas, Antonio y yo planeabamos reunirnos -junto con Murasaki y Lou-Lou, la niñita que inspiró el personaje de Cho-chan- para firmarle entre las tres el libro (aunque Lou Lou no firma: lo hubiera besado), pero cuando Antonio -que, encima de todo, es menor de edad aún- le comentó a su madre lo que planeaba hacer, esta montó en cólera y le dijo que de ninguna manera, que todo eso eran tonterías. Reproduzco textual lo que me ha dicho Antonio vía facebook y lo que le he respondido (por favor, fíjense en la redacción de Antonio: no le he quitado ni agregado una coma. Ya quisieran muchos chicos "normales" presumir de semejante talento:)

"Como sea, no creo que mi mamà me deje alguna vez reunirme contigo, la situacion familiar que vivo es muy estresante, no lo comprendo pero es dificil intentarlo, mi inteligencia pasa a tercer plano en estos topicos, se ve menospreciada porque segun los miembros de mi familia "no sirve de nada" por ejemplo, se burlan de mi cuando escribo alguna historia, ya han pasado muchisimos años desde que les dí a leer una pequeña historia y se burlaron de mi, ahora guardo mis creaciones para mi y vivo envuelto en una burbuja compuesta de actitud mental positiva que es pensar el lo que se que soy bueno y hacer caso omiso de aquello que no es bueno aceptar.

Cuando les comentè de vuestra existencia me dijeron "que perdida de tiempo" y "en que te beneficia" agregando "en eso gastas dinero" porque en mi casa es un mas un lujo comprar un libro que una necesidad...

Queridisima Eve, cuidate mucho, seguimos en contacto...un abrazo!

MI RESPUESTA

Querido Antonio: Voy a hablarte de forma muy directa y muy clara. Ninguna de las cosas que voy a decirte a continuación son metáfora, ni dobles sentidos. Es exactamente lo que pienso, y espero no te sientas ofendido, porque yo misma estoy llorando mientras escribo esto:
Pobrecita familia la tuya. Pobrecitos todos. Tienen con ellos a uno de esos seres excepcionales que nos mandan de un planeta de belleza y paz, y son lo suficientemente ciegos y tontos para no VERLO ni OIRLO. Me temo que nunca podría ser amiga de una señora que tiene un hijo tan maravilloso como tú y pretende sea un ser común y corriente; como cualquiera de nosotros, que no somos capaces de mirar más allá de nuestras narices.

Fuiste a dar con la familia equivocada....porque alguien que tiene un aspie en casa y le dice tonterías de ese tamaño-y no es metáfora-, no merece a ese ser maravilloso al que debieran amar y comprender. Que te quede claro, Antonio: no eres menos. Eres MAS. Dile a tu mami que el hombre MAS RICO DEL MUNDO (ya que tanto les importa el dinero) es aspie...diles que lo es también el medallista olímpico de natación, Michael Phelps, y Tim Burton, el director de cine. Y Einstein, el más grande científico de todos los tiempos. Salvo Phelps, ninguno de ellos puede presumir de haber sido amado por su madre, porque tuvieron que asumir el reto de forjarse solos y nadar contracorriente la incomprensión y la crueldad del mundo. No te dejes, Antonio, no te dejes....acude, si es necesario, a algún lugar especializado en el Sindrome. Insisto: eres más que todo eso. Eres un ser maravilloso y quiero que te quede BIEN CLARO.

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Si algún aspie lee esto y se siente identificado con Antonio, quiero que también le quede bien claro: los locos no son ustedes. Los locos son aquellos que no son capaces de advertir la belleza de sus sentimientos y de su intelecto. Cierto: tener un hijo aspie duele mucho, porque la inmensa mayoría de la gente no ha sido educada en la sensibilidad y la tolerancia, sino todo lo contrario...pero si no fuera por esa sociedad sumida en preocupaciones materiales y verdaderas tonterías (quien piense que leer un libro, cualquiera que sea, es una tontería y una pérdida de tiempo, es digno de compasión), las madres aspies debiéramos dar gracias al cielo por recibir el regalo de un hijo que es esencialmente bueno, curioso....E INTELIGENTE.

Pero...¿qué se puede esperar de una madre que piensa que los libros "son tonterías" y, por consiguiente, no se ha molestado en LEER y documentarse sobre la problemática de su hijo?

Mi respuesta a la incomprensión y rechazo que padecen mi hija, por ejemplo, ha sido escribir una novela absolutamente subversiva en cuanto a la técnica narrativa, sí -y pobrecitos de aquellos que pretendan abordarla como una novela de "monitos"-y disfrazarme. Si ser madre de dos hijas consideradas frikis -una otaku y una aspie-me convierte, por defecto, en friki....ME ASUMO ORGULLOSAMENTE FRIKI

Y si por mi fuera, adoptaría a Antonio y a todos los que, como él, tienen la desgracia de no ser apreciados por quienes más debieran ennorgullecerse de ellos.

Un amigo de Sho-shan comenta la novela

Esta reseña es de la autoría de José Bermúdez, un brillantísimo joven que tiene algo en común con Cho-chan, la protagonista de Sho-shan y la dama oscura: Síndrome de Asperger

Lectores, me gustaría centrarme en un tema específico: La novela Sho Shan y la Dama Oscura escrita por Eve Gil pero es algo que no podré hacer...¿razón?...ya lo verán...
Hace un tiempo, revolviendo entre la internet me topé con el blog "All about la Eve" yo buscaba información sobre el Sindrome de Asperger y una frase leída por azar hizo que no me pudiera levantar del asiento y continuara leyendo aquella redaccion de la en aquel entonces, una desconocida, una supuesta Eve.
"Qué bonito decir: no soy de Marte. Soy Asperger. Soy Virgo y soy Asperger. Soy Eve G. y soy Asperger. Mezcla de autismo e hiperactividad..."
Continué leyendo el post, se iba haciendo cada vez mas interesante. La redacción impecable, entendible y amena...tenia que ser una persona venerana en el arte de la escritura...y en efecto, asi era.
Eve Gil, nacida en la cálida Sonora, narradora y periodista quien ha destacado en su labor notablemente desde la publicación de su primer trabajo por el cual obtuvo un premio; autora de diez libros o como ella escribe, de cási once. Personaje critico que repudia la traición por pequeña que sea, madre de niñas que si bien no son de marte, la sociedad no encaja en ellas, Supermamá que cuida a una niña Aspie...mamá Aspie.
El tiempo pasó...cuando explicaba el Sindrome de Asperger a otra persona además de señalar que Bill Gates poseía AS mencionaba también a Eve Gil -¿Quién es Eve Gil? preguntaban -Es una escritora. El tiempo pasó hasta que cierto día puse en el buscador de google "Libros sobre Asperger" y aqui estaba sin querer (o queriendo) el nombre de la citada escritora: Eve Gil.
"Sho-Shan y la Dama Oscura es la primera novela en español que mezcla el mundo del manga y del ánime con la realidad...la historia de...Lu, quién padece Sindrome de Asperger..."
Lo busqué en todas las librerias sin obtener el resultado...decepcionado me conformé con abrir nuevamente el blog "All about la Eve" e intentar dejar algun comentario cuando observé en una esquina un enlace que decía "Facebook". Bendito Face, fué la herramienta que me ayudó a lograr comunicarme con Eve Gil y expresarle mis comentarios sobre sus duras críticas, recuerdo que en aquel entonces Eve se comenzaba a sentir incómoda al formar parte de una página pública.
Eve Gil no es una diva, es un ser humano. Sin esperarlo, recibí respuesta a mis mensajes y entre las lineas escritas por Eve, me comunicaba que podía adquirir el libro en cualquier sanborns del país. ¡Ya la hice!
El viernes obtuve el libro, hoy domingo lo he terminado y después de enjugarme las lagrimas que logró sacarme escribo esto, lectores, porque este es un libro que todos deberían leer.
La historia es sobre una familia, La madre escritora, el padre médico cirujano, la hija mayor es mangaka y la hija menor es acusada de infanticidio. La hermana menor -Luisa- tenía solo cuatro años cuando es culpada de asesinar a su mejor amigo, Toto. La familia enfrenta un proceso no solo legal, sino de cambios emocionales que se funden en la energía del mundo mangiko regresando al real con una sola frase o palara.
Condiciones citadas en el texto tales como llanto, desesperación, locura, violencia, división, duelo y muerte son sabiamente enfrentadas por los personajes, nosotros, en la linea de fuego observamos que las herramientas que vencen a los fenomenos mencionados son sus antónimos...risa, paciencia, cordura, paz, esperanza y vida.
Eve Gil nos expone que es posible crear un mundo paralelo dentro de los muros que nos proporcionan (o deberían) intimidad, la posibilidad de construir un Imperio Bonsaí tal y como Dama y Murasaki han hecho, donde existen rituales para hablar de temas serios, como en la edad media los profesores se sentaban es su cátedra para hablar sobre temas serios, Dama y Murasaki se reúnen tras su Biombo...·El Biombo de Honor", tambien, que una persona "diferente" es comunmente excluida por aquellos que se declaran normales, pero que no se dan cuenta de que una persona "diferente" es como un volcan andante que carga con su potencial, mismo que algún día descargará de una u otra forma.
"Flágil como el locío suspendido en la luz de la mañana...sel casi puñado de ceniza...¡Pelo peliglosa!, polque flagilidad del de dentlo, está en mente y colazón..."1
La difamación y distorción de la realidad por los medios de comunicación es un tema importante dentro de la trama, uno como lector llega a odiar a los ni tan ficticios medios de inforacion amarillista porque existen y vivimos rodeados de ellos.
"¡Ya no hallan que inventar pa' vender periodicos estos jijos de su...! Pero al ratito Lupida D'Alessio cambia de marido y se olvidan de asté, mi se preocupe"2
Se podrá preguntar el lector si lo que lee no le ha ocurrido o si ha presenciado algo parecido, porque la trama auque mangika en el imperio bonsaí y en la imaginación, se desarrolla a extramuros en un sistema defectuoso repleto de corruptos y abusivos que se hacen llamar y proclamar representantes y salvadores de la nación.
"No solo demonio. Es también esta sociedad absulda en la que han caído. Sociedad calente de imaginación que no tolelal lo difelente, tampoco lo impledecible, lo fuela de lugal..."3
La historia llega a culmina con un final inesperado. Es imprescindible que si el lector tiene miedo a hacer el ridículo, no lea el libro en un camión porque llorará a moco suelto (o ¿tendido?).
Estimado lector, una historia que trascenderá por las generaciones -o al menos en la mia-

1. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 44
2. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 128
3. Eve Gil, Sho Shan y la Dama Oscura. Suma de Letras 2009. Pp. 173

Presentación del primer disco del grupo rockero mexicano DRIVEN







Escenas del concierto del grupo Driven, efectuado este sábado 26 de junio en ENJOY SINS, con motivo de la presentación de su primer disco titulado simplemente DRIVEN y que contienen canciones realmente impresionantes, en especial si tomamos en cuenta que se trata de su disco debut.
Entre el repertorio de Driven -que cantan lo mismo en español que en inglés- figura la canción "Locura" que si bien no fue escrita exclusivamente para la novela Sho-shan y la dama oscura, ha terminado siendo su canción-tema, y es que la letra no puede estar más apegada a la trama de la misma y el grupo ha adoptado (y viceversa) a esta, la primera novela de "realismo mángiko" escrita en español.
Por supuesto, Locura fue una de las rolas interpretadas durante esta tocada, con Mireya Mendoza, su vocalista, al piano.


Mireya Mendoza se desempeña, además, como actriz de doblaje: la reconocerán como la Princesa de la más reciente producción de Disney, La princesa sapo y Kaname Chidori, de Full Metal Panic. Es además la voz oficial de Murasaki Fujita, la narradora de la misma Sho-shan.
El concierto fue cerrado con dos sorpresas: el primer cover del grupo, una versión heavymetalera de Come undone, de Duran Duran que, casualmente...¡Es el grupo favorito de Eve Gil, la autora de Sho-shan!
Asimismo invitaron a tocar con ellos al grupo rockero Agora que fungió como padrino de este espectacular debut de Driven.
Para los interesados en conocer a este sensacional grupo o adquirir su disco, pueden visitarlos en
Además, la canción "Locura" encabeza la lista del primer i-pod de este mismo blog que contiene el Soundtrack de Sho-shan y la dama oscura.

Driven está compuesto por
Mireya, vocales
Estuardo, batería
Viny, guitarra
Rokko, bajo
Isra, guitarra



Lo que Sho-shan NO es

Aunque el 99.9% de los comentarios que he leído sobre Sho-shan y la dama oscura son altamente positivos -y los agradezco desde lo más oculto de mi pecho-, no ha faltado un 0.5% que diga o escriba cosas negativas, tonterías, para ser francos; las cuales, para acabarla de amolar, son dichas o escritas sin que los declarantes hayan leído siquiera la novela (dicho por los propios "críticos", no lo digo yo)
En México tenemos esa horrible costumbre: arremeter contra libros o películas que ni siquiera hemos visto o leído. No sabría explicar sociológicamente este fenómeno, pero cualquier cosa que goce de cierto éxito o prestigio se convierte de inmediato en blanco de ataques sin fundamento.
Hay un par de detalles que ese 0.5% tiende a repetir y que me dispongo a desmentir:
Quien esto escribe, autora de Sho-shan y la dama oscura, no salió de la nada. No irrumpió en el ámbito editorial con esta novela. Para ser más precisos: Sho-shan y la dama oscura es mi quinta novela y mi décimo libro, si tomamos en cuenta mi producción en otros géneros (ensayo y relato, básicamente) Por si fuera poco ejerzo el periodismo desde 1991 y en 1994 obtuve el Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez. Antes de Sho-shan yo ya era más o menos conocida...y no tengo la culpa de que haya gente que no lea las contrasolapas para enterarse de la trayectoria de los autores antes de declarar semejante tontería
Sho-shan y la dama oscura no es un manga. Esto lo he declarado hasta la saciedad. Es una novela. De letritas, para que mejor entiendan los que jamás han abierto una novela.Va acompañada de algunas viñetas de Murasaki Fujita, quien también es la protagonista narradora de la novela. Mi teoría personal sobre el realismo mángiko la he publicado en esta misma página, y para nada se trata de "enchílame la otra". Es algo harto complejo, lo cual no significa que quien lea la novela se va a aburrir, porque la teoría pertenece al autor y la aplica de tal manera que esta pase inadvertida para el lector.
Por supuesto que antes de escribirla tuve que sumergirme en el mundo de los otakus...y me gustó tanto que me convertí a ese estilo de vida (de otra manera no hubiera podido escribir Sho-shan)
La segunda parte no tendrá viñetas, sino fotografías de cosplays diseñados ex profeso para la novela. No faltará quien diga que se trata de "un libro de fotos de cosplay", cuando las fotos, lo mismo que las viñetas de Sho-shan, son solo el complemento de la trama.
Ojalá aprendiéramos a no opinar hasta tener un conocimiento de lo que vamos a criticar. Ojalá algún día olvidemos los prejuicios contra todo aquello que compete a los jóvenes y dejemos de pensar que los animes, los mangas y el cosplay son divertimentos sin fundamento. Un niño otaku -y eso lo he podido comprobar a través de estos meses- siempre será más culto que un niño que no lo es, ¿por qué?, porque goza de conocimientos adicionales relacionados con una cultura que no es la propia...así que todos aquellos que crean que Sho-shan es un manga para otakus mexicanos, por favor, leánla y luego opinen...

Peripecias de Girlycard rumbo a Culiacán


En vista de que acepté la encomienda de Sir Integra de asistir a Culiacán en su nombre –quien a su vez suele presentarla en nombre de Eve Gil, autora de Sho-shan y la dama oscura- a presentar la novela que tan dignamente nos representa a los personajes de manga y anime, me esmeré en mi arreglo personal para presentarme con puntualidad inglesa en el aeropuerto (aunque a estas alturas del partido ya no sé de dónde diablos vengo, si de Transilvania, de Varsovia o de Londres… bah, no importa mucho en realidad)
Pues bueno, me puse mis mejores galas –las únicas que conocen, jejejeje- excepto mi gorrito que podría maltratarse en el camino, así que lo doblé –y besé- cuidadosamente en el primoroso baúl que me prestó Sir Integra. Me cercioré, tal y como mi Master me indicó, de cubrirme los ojos con unas gafa insondablemente negras –para que nadie se percate de la endemoniada tonalidad de mis pupilas- y recogerme la cabellera en un moñete porque, me dijo, “te vas a morir de calor, Girly”. El taxista que pasó a recogerme a casa de Mrs Gil, que me enseñó un poquito de caligrafía –para firmar ejemplares con su misma letra- tuvo la buena educación de disimular su pasmo al toparse con una señorita vestida de varón, de blanco enfermero, con corbata, guantes con signos extrañísimos, y unas gafas de narco que para qué les cuento (después entendí por qué Sir Integra hizo especial hincapié en que usara precisamente esas gafas), pero realizamos el trayecto hasta el aeropuerto en perfecto silencio, cosa que agradecí porque, como saben quienes me conocen, soy de pocas palabras (a menos que, como se verá a continuación, me provoquen a hablar)
Llegué al aeropuerto arrastrando el baulito donde acarreaba mi gorrito peludo, un relicario familiar de varias décadas que es mi amuleto de buenas suertes (y donde incluyo una foto de Walter cuando era joven, ahhhhh), mi hielera con dotación de sangre para dos días –aunque dicha hielera indica el nombre de famosa marca de jugos de tomate que no puedo mencionar, dicen, porque nos cobran el comercial- y unos regalitos para la parentela de Miss Ellen, una querida amiga de Mrs Gil. Ingresé en el recinto, muy mona –porque como Alucard habría empujado las puertas con mi hombro y avanzado renqueante y matón hasta los mostradores… pero las mujeres, ya se sabe, son más lentas y traemos un bulto denominado caderas que nos impiden, malditas, semejante libertad de movimiento- y me formé en una fila de la aerolínea que me indicaron, donde se encontraban cuatro mozalbetes (dos niñas y dos niños) cotorreándola con la señorita encargada. A un lado de este mostrador había otro con dos empleadas desocupadas donde, pensé, podrían atenderme –porque los otros ya hasta pasitos de hiphop le enseñaban a la alelada encargada- pero apenas me acerqué a preguntar si podían entregarme mis boletos y documentar mi equipaje, una de las dos señoritas, terriblemente mal encarada y fea –he ahí el motivo de tanta amargura, supuse- me miró como si yo fuera el mismísimo demonio (hasta ganas me dieron de decirle: tibia, tibia), y exclamó con la voz que tendría el Capitán Hans si el infeliz hablara: ¡Fórmese del lado izquierdo, detrás de la línea! Bueno, la verdad es que no me gusta que se dirijan a mí en ese tonito, vamos, ni cuando tuve de disfrazarme de sirvienta para colarme a la residencia Hellsing. La única que tiene derecho a darme órdenes es Sir Integra –pero ella es taaaan bonita, ejem, perdón, me estoy saliendo del tema-, después de todo, caray, yo salvé al mundo de la amenaza de Millenium en 1944, sin contar que soy Conde… bueno, pero se supone que Sir Integra me pidió adquirir mi forma femenina porque es mucho más simpática que la masculina y como mujer tiendo a ser un poco menos sarcástica y temperamental –solo un poquito- así que hice caso y me coloqué detrás de los niños con pinche acento fresa, como diría la encantadora hijita de Mrs. Gil, Murasaki Fujita. Cuando vieron a aquel extraño personaje totalmente ataviado de blanco, con la melena recogida en una melena y gafas insondablemente negras, mozalbetes y mozalbetas se arrinconaron como si hubieran visto al mismísimo demonio –segunda vez en apenas un minuto, ¡un minuto!- y eso sacó de mí el lado que no debo mostrar, y puse la peor cara de matón de mi repertorio… la mismita de cuando a Alucard le da por empalar a sus enemigos… hasta ganas me dieron de transfigurarme ahí mismo en perro y gruñirles hasta sacar espuma por el hocico, y que vieran de veras algo aterrador, no una simple niña con corbata y gafas negras. Luego, luego reconozco, ¡huelo! (¡y qué mal huelen los desgraciados!) a los que no pertenecen a nuestra querida raza de niños otakus… estos babosos tenían de otakus lo que yo tengo de Virgen María, vamos. Los muy imbéciles creyeron que yo era una narca lesbiana (como ustedes saben, tengo el poder de leer las mentes, sobre todo si están ocupadas al tope con letras de RBD).
Cuando estuve a punto de hacer como que me disponía a desfundar una metralleta, la cual, por cierto, no llevaba –tan desnuda que me siento sin mi chiquita, pero Sir Integra me dijo que ya bastante riesgo corríamos con lo de la hielera de juguitos- la compañera de la mujer mal encarada, aquella que hablaba como el Capitán Hans si el bastardo pudiera hablar, se apresuró a decirme: Señorita, pase por acá, por favor, a lo que yo, pocas pulgas, literalmente ladré: ¿Qué no me acaba de mandar a hacer fila detrás de estos imberbes? (los aludidos creyeron que les había dicho una grosería pero ni se atrevieron a mirarme feo porque ya veían en mi toda la intención de extraer la metralleta y hacerlos picadillo), a lo que la señorita que acompañaba a la fea con voz de nazi cervecero, respondió con la más dulce sonrisa de su repertorio, sí, pero yo la puedo atender con mucho gusto. ¡Oiga, no estoy para perder el tiempo!, exclamé, ya muy divertida con las reacciones que había despertado, porque hasta los polis que “cuidan” la entrada se habían replegado contra la pared y se encomendaban al Señor, ¡Desde un principio pudo haberme atendido y me manda para acá, a olerles los pedos a estos…!, Usted disculpe, agregó la señorita amable, inclinándose al estilo japonés (¡eso me gustó, me gustó!), por favor, pase por acá señorita…
Las delicadas manos de la joven temblaban mientras revisaba mi identificación –me pasaron la credencial de elector de Mrs Gil y tuve menos problemas que Sir Integra para que creyeran que era yo, porque mi cabellera es negra y mi tez pálida, como la de la autora de Sho-shan- y siguieron temblándole mientras realizaba la operación para imprimir los boletos. Hasta lástima me dio la pobrecita, pero es que la otra no me inspiró a usar mis “polvos sexuales”, como denomina el Capitán Bernadotte a mis aptitudes hipnóticas. Luego, con su voz más dulce me explicó a qué hora debía estar en la puerta de salida y me preguntó, como no queriendo la cosa, si llevaba algún material “peligroso” en mi baulito del siglo XIX, a lo que respondí con la más encantadora de mis sonrisas: “Llevo un par de discos para la tía de Miss Ellen y una dotación de sangre fresca para no morirme de sed durante mi breve estancia”
Naturalmente creyó que bromeaba y hasta me celebró el chistecito, aunque la vieja fea con cara de nazi renegada no paraba de hablar con otro tipo acerca de los clientes imposibles y como ella los hacía desaparecer de un plomazo –“Pues…con esa cara, mi reina…”- Finalmente tuve mis boletos en la mano y deseos de un excelente viaje. Los mozalbetes seguían parados como postes y ojos desorbitados en el mostrador contiguo y me di el lujo de volverme hacia ellos con una dulce sonrisa y decirles, al tiempo que levantaba discretamente mis gafas negras: Que tengan buen viaje, niños antipáticos… deberían ver más anime y escuchar menos esa horrible música….
A mis espaldas escuché que una de las mensitas decía: Oye, ¿Qué los vampiros no brillan?

II
Todo parecía indicar que no sucedería nada más. Tal como se me indicó –atiendo órdenes al pie de la letra –traspasé la entrada a la sala de espera, tomé una de esas cajitas como las que usan en las tiendas de chinos, donde casi regalan las cosas y uno sale colmado de tonterías, y coloqué mi celular, las llaves de mi baulito y de mi ataúd y la cámara fotográfica. Extraje la notebook de su estuche, y me sometí mansamente cuando me despojaron de mi saco blanco. Todo esto me lo había advertido Sir Integra: así lo hacen en los aeropuertos de todo el mundo, y ella está habituada a pasar por esa rutina del saco y todo lo demás…pero el libreto se alteró de pronto cuando del otro lado de la rampa por donde deslizan los efectos personales de los pasajeros, me aguardaba un guarura, perdón, un policía con una sonrisa a amable a medias, y me dijo: Señorita, permítame revisar su bolso. Esto último no me lo había advertido Sir Integra porque se supone que el bolso pasa por la camarita de rayos X y no hay necesidad de otra revisión, pero recordé me dijo: “Si ocurre algo extraordinario, algo como, por ejemplo, que te quieran revisar más exhaustivamente de lo común, tú déjate hacer”, “¿Y si me tocan las tetas? ¿Puedo enfurecerme y morder al que lo haga?”, pregunté anticipando la delicia de momento, a lo que mi Master respondió: Mmmm, solamente en ese caso extremo. Pero eso todavía no sucedía: el poli revisó el contenido de mi bolsa de tal manera que casi sospeché que era un pervertido. Se solazó largamente con mis cosméticos para disimular la palidez. Casi grito cuando tomó mi Diario –sí, yo llevo un diario… y también trae una foto de Walter-y, como lo traigo asegurado con un moñito y el guardia se percató de que sería dificilísimo deshacer semejante nudo, empezó a meterle los dedotes. “Paciencia, Girly, paciencia”, me dije, al borde de la primera tarascada. Cuando estuve a punto de decirle al muy guarro que dejara de meter sus uñas sucias en las páginas de papel de arroz de mi querido diario, lo soltó por fin. El bolso me fue entregado de vuelta. No se lo arrebaté sino que lo acepté con un “gracias” entre dientes, pero… ¡Oh sorpresa! Un par de pasos más adelante me esperaba OTRO gendarme, quien me pidió ver mi bolso, a lo que empecé a sospechar que aquí ocurría una de tres cosas 1) Estaban interesados en mi Diario personal, 2) Tengo finta de narca lesbiana o 3) Los de Millenium se habían comido al personal de aduanas y esto era una trampa.
Empecé a vociferar, muy ofendida, con acento norteño (esa es otra de mis habilidades, fingir acentos extranjeros), si el simple hecho de ser sinaloense era ya un delito en este país, a lo que el joven gendarme intentó tranquilizarme diciéndome que nada de eso, que si verdad yo fuera sospechosa me pasarían con un señor –y lo señaló directamente y no tenía una finta muy amable que digamos. Imponía más respeto que Zorin- que realizaría una revisión “más exhaustiva”. A continuación me preguntó tres veces, tres, qué iba a hacer a Culiacán, a lo que me limité a responder: “Trabajo”. Y luego otra vez: ¿Qué va usted a hacer a Culiacán”, y de nuevo la respuesta: Trabajo. Y el menso no me preguntaba qué clase de trabajo: mala señal. Daba por sentado qué clase de trabajo debía ser. Deberá pasar con esta señorita para que le pase el censor por sus ropas, añadió. Ni modo. Me sometí al famoso censor que tiene forma de una de esas paletas con las que Papá Vlad me aporreaba en las nalgas cuando me portaba mal. La señorita policía me hizo que me parara en forma de crucificada para pasármelo por todos lados y yo me sentía verdaderamente estúpida… y más cuando, tras habérmelo pasado hasta por la cola, quién sabe por qué, eso no lo entendí, me dijo: “Repetiré la operación”, “Óigame, si quiere me desvisto para que no le quepa la menor duda”, sugerí, poco amable, pronta a desabotonarme la camisa. La susodicha poli no permitió que lo hiciera y volvió a pasarme la palita esa por todas partes, incluidos los codos y otra vez la cola. Cuando dijo que habría una tercera insistí: “En serio, me quito todo y le ahorro el trabajo” (¡Vaya sorpresa que se llevarían, jajajajajaja!), pero como intuyendo algo satánico en mí, me incitaron amablemente a que retirara las manos de mi corbata, la cual fue sometida también al censor –“Le juro que no le caben bombas ni metralleta”, dije mientras me la ensuciaban- y luego, otra vez, brazos, pecho, caderas, codos y cola (menos mal me mandaron a mí y no a Goku, pensé). Veinte minutos más tarde, a punto de perder mi vuelo, me soltaron, a lo mejor porque yo ya estaba arrojando espuma por la boca. El guardia joven se disculpó por algo que me resultaba inexplicable y le dije, digna y ofendida como una reina: “Muy bien, muy bien, me queda claro que los sinaloenses somos para ustedes delincuentes potenciales… ¡qué situación más humillante!”, él intentó hacerme ver que nada de eso, pero lo interrumpí diciendo, al borde del llanto: mi vuelo está a punto de salir, permítame abordarlo o producirá una catástrofe en mi existencia, buaaaaaa…”
Me dejaron ir por fin y cuando ingresé a la sala de espera, un trío de esperpentos cacarizos con esa inconfundible expresión de misóginos y homofóbicos, centró su atención en mí y empezaron a codearse entre ellos, riendo y hablando por lo bajo. Yo me senté muy derecha frente a ellos y los contemplé impasible mientras ellos murmuraban un montón de incoherencias –carezco de oído biónico, pero les recuerdo que puedo leer la mente, particularmente si están casi en blanco- a lo que respondí de una manera harto inesperada: me retiré muy despacio las gafas y con mis ojos endemoniados me les quedé viendo mientras les decía con la mente: “Como carne de perro… ¿alguno está dispuesta a ser mi almuerzo el día de hoy?” A continuación, el trío de primates guardó monacal silencio y parecieron ponerse de acuerdo tácitamente para fingir que no habían visto ni oído nada, al tiempo que se persignaban disimuladamente.
Dios Santo, viajar a Culiacán es más difícil y cansado de lo que Sir Integra me advirtió… de regreso procuraré disfrazarme de turista rumana y pondré cara de tonta perdida para que dejen de fastidiarme (aunque en teoría tendrían que ser estás las más sospechosas, y no las que parecemos más raras y, por consiguiente, llamamos más la atención).

Pero todo este lío...¡valió la pena!!!!!





Texto leído durante la presentación de "Sho-shan y la dama oscura" en Campeche, el 21 de marzo de 2010

Por: Gustavo Ramos
En pocos países y culturas es posible encontrar la coexistencia de nociones estéticas tan dispares entre sí como en Japón. El acendrado refinamiento (expresado en pequeñez, liviandad y mutabilidad) de algunas costumbres —pienso en el Chanoyu o ceremonia del té— tradiciones —digamos Ikebana o Bonsai— y artes — digamos teatro Noh o el más moderno y popular Kabuki— todas ellas japonesas, coexisten de manera inexplicable y armoniosa (para nosotros occidentales) con otras manifestaciones en las que la desmesura, la grandilocuencia y hasta el gore son los elementos rectores de esas particulares concepciones de lo estético.
En esta última categoría encaja el binomio manga/anime el cual, me atrevo a decir, constituye quizá la manifestación de cultura popular japonesa más extensa y conocida en el mundo actual. En este aspecto la popularización del manga, primero, y su pariente animado el anime (disculpando la cacofonía) después, guarda un asombroso paralelismo en términos de su dinámica de expansión, con el correspondiente proceso del jazz norteamericano. Es necesario recordar que, como producto comercial, el manga tal como se conoce debe mucho al comic norteamericano, el cual fue introducido en Japón durante la ocupación de posguerra en la última mitad de los 40’s del siglo pasado, aunque como creación cultural data del último cuarto del siglo XIX. Sin embargo y pese a todas las similitudes que pudiesen establecerse entre ambas formas, debe aceptarse que mientras que el comic subsiste —excepto señaladas excepciones en Europa, EEUU y en menor grado en Latinoamérica— como mero producto de entretenimiento (aunque con un mercado de alto valor), el manga, al menos en Japón, guarda una estatura de producto cultural que lo diferencia significativamente de su pariente norteamericano, aunque en términos de mercado es igualmente importante.
Por ello, cuando Argentina me invitó a ser parte de esta presentación, aparte de pedirle la novela para leerla, comencé a imaginar qué podría ser “una novela manga”. Como cualquier nacido en la década de los 60’s (sobre todo a principios de ésta) crecí leyendo comics y viendo por televisión dibujos animados de factura norteamericana y, eventualmente, anime japonés, aunque por entonces sólo se conocían como “caricaturas japonesas” y eran fácilmente identificables por el peculiar estilo gráfico de sus personajes en el que destacaban —y aún lo hacen— unos ojos que, según la ocasión, podían contener todo el odio, las lágrimas o las mariposas del mundo.
Por otra parte, soy lector desde que puedo recordar que aprendí a descifrar el alfabeto, pero ni mis experiencias como fan del comic y la animación, ni la de lector propiamente dicho, me facilitaban la comprensión de lo que “una novela manga” podría ser. En la primera sesión de lectura, que tuvo lugar la mañana siguiente de haber recibido el libro, muy temprano, en esos momentos en los que uno desearía haber sido beneficiario del Melate o hijo de Bill Gates y antes de que la realidad me reclamara hacia el trabajo, llegué a la página 80, es decir, al principio de la parte II.
En la segunda sesión concluí la lectura y me alarmé. ¡Seguía sin saber si había leído “una novela manga”! Entonces me vi forzado a hacer algo que detesto: pensar. Recapitulando me di cuenta de que Sho-shan y la Dama Oscura, es una novela cuya característica más notoria es su ligereza, tanto a nivel de su estructura como de su lenguaje. Y cuando digo ligereza no trato de decir “Light” en el sentido de algo falto de sustancia, nada de eso, más bien lo empleo en el mismo sentido en que Calvino se refería a la levedad como una de las cualidades necesarias en toda obra literaria para este milenio que ya no es el próximo sino el presente.
Y es aquí donde mi confusión adquirió niveles de pánico pues el manejo del lenguaje y el depurado ambiente de la narración, me hacían pensar más en grabados ukiyo-e, valga decir Utamaro o Moronobu, que en mangakas como Tezuka, Hasegawa o Toriyama. Para mi mayor desconsuelo, recordé que sí hay elementos e imágenes decididamente manga en la novela: la aparición de Arigato sensei, la identificación de Cho en Lu como personaje manga, pero sobre todo la transformación de Dama en una especie de Motra fabulosa y justiciera, con lo cual, confieso sin la menor vergüenza, ya no sabía ni dónde estaba parado.
Ello me condujo a una segunda lectura de Sho-shan que fue, por lo menos, tan rápida como la primera (con lo cual corroboré la impresión de ligereza inicial) y que únicamente acentuó mi percepción de la cualidad de imágenes flotantes (ukiyo-e) que envuelve toda la obra. Como en el manga, más que en el anime, Sho-shan lleva implícito en el comportamiento de su personaje central: Dama/Dagmar/Danae, que no Violeta/Murasaki, la impronta de los elevados principios de moral que caracterizan a la sociedad japonesa desde el siglo VI d.C: Honor personal (herencia directa del Bushido samurai), Sobriedad y Moderación en el actuar (el concepto de Shibumi, que la semántica castellana no alcanza a traducir satisfactoriamente) y Entereza de carácter.
Como en el anime, el ritmo narrativo de Sho-shan es vertiginoso, tanto por la propia estructura como por lo ceñido del lenguaje. La novela inicia con una exposición in medias res que da paso a una retrospectiva apoyada en el diario de la narradora: Violeta Monsalve/Murasaki Fujita, a partir del cual se desenvuelve el argumento. En la mejor tradición manga, Sho-shan es acción continua, algo particularmente meritorio en una narración en primera persona en la que, por otra parte, los elementos ambientales y de entorno son presentados con tanta sutileza que, con frecuencia, el lector se pregunta si los ha leído en realidad o son producto de la poderosa carga sugestiva de la narración.
Sho-shan, en mi opinión, es una novela estructuralmente concebida como manga/anime de los siglos XX-XXI, pero cuya realización la emparenta más con el grabado japonés de los siglos XVIII y XIX. No hay el menor asomo de anacronía en ello, quiero aclarar, pues el parentesco se da exclusivamente en términos de los elementos estéticos comunes en ambas manifestaciones. Esta dualidad, desde mi punto de vista, sólo la hace más interesante y atractiva.
En el título de este texto que, me temo comienza a provocar bostezos, mencioné a Borges (escritor argentino muy famoso, sobre todo por ser el favorito de un expresidente de México) y hay una razón precisa parar ello: En la literatura hispanoamericana, pocos autores han ficcionado de manera tan verosímil la realidad. Fundir ficción y realidad no es un recurso literario precisamente nuevo, pero hacerlo de manera estética y lograda es algo muy distinto. Las complicadas ficciones de Borges solían basarse en su asombrosa erudición y, desde luego, en un prodigio de imaginación que, además, era capaz de expresarse en unos de los castellanos más perfectos que yo recuerde haber leído jamás.
La creación de un soporte de verosimilitud para la narración en Sho-shan se presenta alrededor del mundo del manga/anime actual, y del que Violeta/Murasaki es parte activa. En este sentido la utilización de Google y Wikipedia, se corresponden con The Anglo-American Cyclopaedia en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, del propio Borges o el Al-Azif de Alhazred, en los cuentos de Lovecraft.
Resumiendo: Ignoro hasta el momento si al leer Sho-shan, leí una novela manga. Como he tratado de mostrar, en lo personal, pienso que es una novela cuyos fundamentos estéticos —de lo japonés— preexisten al manga, y añadiría que es una novela bien escrita, lo cual no es poco, como bien sabe cualquier persona que habite la República de las Letras. Es una obra que, más allá de la evidente admiración que la autora siente por la cultura japonesa, y más allá del éxito comercial que ya parece tener en el mercado editorial de nuestro país (logró su primera reimpresión a sólo dos meses de su edición inicial), ofrece una visión de Japón desde México sin pasar por las historias de familias inmigrantes y demás tópicos que, aun cuando valiosos en su momento, en el presente padecen el desgaste propio de todo lo excesivamente manido.
Los invito pues, a adentrarse en esta aventura literaria que desde los desiertos del norte de México nos traslada a los bosques montañosos de Nihon a través de una historia con toda la actualidad que los lectores jóvenes puedan desear y toda la sensibilidad que lectores menos jóvenes pueden apreciar. A Evelina y Argentina sólo puedo decirles: Gochisōsama, a todos Uds: Yoku Irasshaimashita……Arigato Gozaimasu.

Mariposa de alas rotas

Por: Judith Castañeda Suari* Ilustración: Lasaro**Lo vemos desde arriba, desde un cielo gris a causa del humo. Lejos. Somos lluvia, las cuerdas de un arpa. Allá, sobre el asfalto, un cuerpo derramado, con tres tiros y las últimas gotas de aliento. Unos brazos lo sostienen, confundidos entre hebras negras, larguísimas. Asistimos a la agonía de una mujer, al llanto de su esposo, quien sólo puede observar cómo se escapa la vida de su compañera, igual que una mariposa.
Y si de verdad fingimos ser lluvia y nos precipitamos sobre ella, podremos distinguir que su vientre herido es un capullo negro. Que dentro de él se resguardan dos niñas, como si de un escudo se tratara. Son sus hijas, de once y cuatro años. Violeta y Lu. Para ellas se ha levantado una casa donde conviven la tecnología del internet y la tradición de un biombo o un bonsái. Una burbuja anormal, leeríamos en la mente de los vecinos, de los padres de los compañeros de escuela, de las autoridades. Si tuviésemos ese poder. Pero sólo somos miradas pendientes de las páginas de un libro de tapas con tonos rosados.
En él, las frases parecen flores color melón que el viento acomoda para crear ambientes donde ojos enormes, redondos, reflejan rostros de ceños fruncidos, dedos que los traspasarían, si pudieran, para apuntalar una acusación. Los dueños de esos ojos son diferentes. Y eso significa peligro para quienes los rodean.
Entre pétalos que aún flotan cerca del tallo, asistimos al encierro de la niña de cuatro años, Cho, Lu, encierro provocado por su propio cuerpo, bajo la apariencia del Síndrome de Asperger –trastorno de la conducta que combina fases de autismo con hiperactividad–. Fuera de su celda transparente, se le acusa de matar a Toto, amigo suyo en el jardín de niños. Es la “asesina más joven de la historia”. Lo dicen los maestros del centro escolar, los padres de familia, los medios de comunicación, a través de entrevistas de tono amarillo y carreras con micrófonos a modo de espadas.
A partir de la muerte del niño, un encierro sólido se yergue alrededor del transparente consecuencia del síndrome: arresto domiciliario, salidas únicamente a terapia y bajo estricta vigilancia policial. El cerco se hace cada vez más pequeño: los padres de Toto culpan no a su compañera de juegos, sino a su madre, a sus costumbres raras, “extranjeras”, y llegan al punto de querer tomar una vida por otra.
El libro guarda, además, una atmósfera híbrida, en la que la piel se convierte en trazos y el organismo dota al cuerpo con destrezas ajenas a las de un ser humano. Su autora, la sonorense Eve Gil, ha logrado amalgamar mundos distintos en ocasiones anteriores, tomando la realidad que nos entregan cámaras y pantallas, por ejemplo, y llevándola a extremos tan lejanos como posibles: un país en el que la gente interactúa con estrellas de cine y televisión, y tiene la fantasía del buen trabajo y la buena alimentación gracias a un chip instalado en el cerebro (Virtus, editorial Jus, 2008).
En Sho–shan y la Dama Oscura (editorial Suma de Letras, 2009), Eve Gil enlaza el mundo real –donde, gracias al acoso mediático, al doctor Luis Monsalve, padre de Lu, sus pacientes le piden autógrafos “como si fuera Johnny Depp”–, con uno sacado del anime y del manga japonés. Como si atravesaran biombos de papel, Violeta, hermana mayor de Lu, la propia Lu, y su madre, Dagmar Obscura, se mueven en dos realidades paralelas, entrelazadas. Dagmar es producto de la pluma de Jinzaburo Kunikida, un famoso realizador de mangas y animes, profesión que ejercerá Violeta diez años después, quien recurrirá a su diario para crear Sho–shan Z.
Eso será luego, por ahora, como nosotros, observa a la mariposa de alas rotas que es Dagmar. El gris del cielo añade lágrimas a la madrugada. Y las lágrimas, que no terminan de caer, se toman de la mano para volverse cuerdas: las cuerdas de un arpa enorme que las manos del aire tocan para despedir de este mundo a Dagmar Obscura, autora de cuentos infantiles, quien no recuerda nada previo al nacimiento de su hija mayor y festeja su cumpleaños junto a ella. La música arrancada a las cuerdas es un réquiem, se podría decir que es el mismo que escuchamos cuando muere un caballero de Athena. El mismo réquiem. El mismo adiós.
*Joven escritora mexicana, radicada en Puebla, ganadora de diversos certámenes de relato, entre ellos los nacionales Alejandro Meneses y María Luisa Puga, este último convocado por la UACM. Autora de tres libros de relatos.
**Lasaro, jovencísima mangaka sueca

Tomado del blog Para no olvidar